miércoles, 27 de febrero de 2013

Escritor...


    No importa. Yo quiero ser escritor. Y trabajaré para lograrlo.
    Bueno. Está bien. Pero, en qué trabajarás para ello?
    Aprenderé ortografía, gramática, sintaxis, redacción y todo lo necesario.
    Pero, es que acaso no te das cuenta que con aprender todo ello tampoco te será suficiente.
    ¡Cómo que no? Por supuesto que sí. No es pues el caso que un médico aprende medicina para ser médico y un abogado leyes para legislar. Así, aprendiendo a escribir seré escritor.
    Eres más testarudo de lo que pensé. En parte, tienes razón. Si escribes bien serás un escritor, pero entonces lo que me falta explicarte es que para ser escritor laureado, como tú lo pretendes, te faltan laureles.
    Pero esos me los concederán.
    No. No es así. Los laureles los pones tú al momento de escribir. Los otros simplemente los reconocerán en ti. Claro, si los has puesto.
    Cómo así. No te entiendo.
    Sencillo. Para escribir como los grandes no basta con saber escribir. Necesitas corazón, alma, estrellas y poesía. Amor, sentimiento y paz. Perseverancia y humildad. Como buen escritor puedes ser simplemente editorialista, pero nunca escritor laureado.
    Pues entonces aprenderé todo eso que me dices de corazón, sentimiento, amor y no recuerdo qué más pendejadas.
    Eres un pendejo. No cabe duda. Eso no se aprende. Se vive; se nace con ello. Viejo y amargado como estás, imposible. Esos sentimientos son los que hacen al artista. Y vos de artista no tenes ni lo bohemio.
    Dices entonces que yo no tengo sentimientos de esos de amor y de corazón. Que carezco de nobleza para ser escritor.
    Sí. Así es. Eres un petulante engreído sin la más mínima noción de lo que es ser humano, mucho menos escritor laureado o artista.
    Pues me monto en la madre, pero yo seré escritor reconocido.
    Ok, está bien. Pero nunca serás laureado como pretendes. Podrás ser reconocido, pero sin laureles. Sólo un escritor rico.
    Pero, ¿famoso?
    Sí, seguramente. Prueba con relatos eróticos, trama policíaca, historias de terror. Esos son temas de los que vos seguramente si podes escribir. Pero poesía, literatura, arte en sí, jamás. Sos un palo seco.
Hmmm, comprendo. Escribiré entonces relatos eróticos, pero, ¿cómo empiezo....?

lunes, 25 de febrero de 2013

El Tumbador, S. M. su historia: VIII parte


Algunos de los anuncios de la época, literalmente transcritos de ejemplares del ABC o la Revista Gráfica Ilustrada, de marzo de 1915, decían:
“SERVICIOS DE LA COMPAÑÍA TRASATLÁNTICA
LÍNEA DE NEW YORK, CUBA, MEJICO (Con J)
Servicio mensual, saliendo de Génova el 21, de Barcelona el 25, de Málaga el 28 y de Cádiz el 30, directamente para New-York, Habana, Veracruz y Puerto Méjico. Regreso de Veracruz el 27 y de Habana el 30 de cada mes, directamente para New-York, Cádiz, Barcelona y Génova. Se admite pasaje y carga para puertos del Pacífico con transbordo en Puerto Méjico, así como para Tampico con transbordo en Veracruz”.
“EL HOMBRE NO VIVE DE LO QUE COME SINO DE LO QUE DIGIERE.
La insuficiente reparación de las energías orgánicas, es decir, la nutrición defectuosa con todas sus consecuencias, debilidad, fatiga, nerviosidad, apatía de ánimo, neurastenia, etc. es la enfermedad de nuestros días. En tales casos hay que añadir a la alimentación ordinaria el remedio conocido universalmente desde hace mucho tiempo como el mejor estimulador del apetito y reconstituyente. SOMATOSE
La somatose se encuentra también en el comercio en la conocida forma de polvo”.
“Para combatir las afecciones originadas por pobreza de sangre, tomad jarabe hipofosfitos salud”.
“SEÑORAS, si padeceis de la matriz o flujo blanco
Os curareis con las irrigaciones VAGINALES VALLEY. Usadlas para preveniros de estas enfermedades. Caja de 40 irrigaciones, 3 Pts”.

“PARA OBTENER UN PECHO HERMOSO

Todos saben que la opulencia de las formas y especialmente la de los pechos es muy apreciada por los pueblos orientales y que sus mujeres son maestras en el arte de procurarse este encanto tan codiciado, que la naturaleza no siempre concede con abundancia.
No es solamente en Oriente sin embargo que un pecho harmonioso es considerado como el mejor adorno de la belleza mujeril, y todas las mujeres del mundo justamente codician este encanto que constituye para ellas una de las mejores seducciones y una ventaja en la vida.
Hablando de un pecho hermoso queremos decir un pecho de líneas harmoniosas, bien desarrollado y duro.
Para adquirir esta belleza seductora las mujeres iniciadas emplean las Pilules Orientales que en dos meses desarrollan los pechos y devuelven su dureza y sus proporciones de antaño a los que estaban flojos y cahian en consecuencia de enfermedades o de mucho cansancio padecidos. Las Pilules Orientales desarrollan los pechos sin engordar el talle y convienen pues a las muchachas como a las mujeres adultas.
Un frasco con instrucciones se remite por correo enviando 7.50 pesetas en libranza o giro postal a...”.
Eran tiempos aquellos en que la mayoría de las fincas generaban su propia energía eléctrica a partir de la hidráulica y las ruedas Pelton, tal como el resto del país. 
Para el efecto, se tomaba cierta porción del agua de los ríos y, a través de tomas, se conducía hasta amplios depósitos o presas ubicados a la orilla de altos precipicios, para que luego, mediante gravedad y por medio de gruesas tuberías en línea recta y en caídas lo más empinadas posible, se dirigiera el agua contra las paletas de ruedas Pelton o similares, lo que las hacia rotar, y con ello, generar la energía eléctrica necesaria para mover la maquinaria de los beneficios e iluminación artificial. 
La finca El Rosario no tenía caída de agua, pero la enorme rueda Pelton con que contaba, de cerca de 15 metros de diámetro, se bastaba para cumplir su cometido con el empuje que la toma de agua, con una pendiente cercana a los 40 grados en la parte inferior de dicha rueda, le proporcionaba. Vale mencionar que esta finca también producía entonces una mantequilla de calidad excepcional. 
El café era llevado desde las fincas hasta la cabecera municipal a lomo de mulas. Hatos de hasta 50 bestias entraban entonces al pueblo para dejar el café en las oficinas de Buhl & Lange, quienes no sólo eran agentes internacionales compradores sino también ofrecían una amplia diversidad de artículos de ferretería y para la agricultura. Vale mencionar que el pueblo ya tenía sus calles empedradas. No por automóviles, pues no existían, sino porque era la forma de mantener el camino para los peatones, ya que con el paso de las bestias, seguramente sería un horrendo camino de herradura dentro del área urbana. 
Luego, estos señores de Buhl, como se les llamaba comúnmente, enviaban el café a bordo de carretas tiradas por bueyes hasta la estación del tren en Pajapita, que había sido inaugurada en 1915. Aunque antes lo hacían hasta la estación de Ayutla, pues no había tren de Pajapita a aquella ciudad. 
En esa época, El Tumbador no contaba aún con planta generadora de energía, por lo que le era proporcionada por finca Loarca. En aquélla, sobre su loma que da al pueblo, cultivada entonces de pastura para el cuidado de ganado y caballos, atravesaba la gruesa tubería que contenía y llevaba el agua hacia el fondo del barranco, donde se encuentra el río del mismo nombre, para generar electricidad en la casa de máquinas que ahí estuvo asentada. Loarca, además, proveía de leche al pueblo. 
En una próxima entrega, continuaré con algunos de los acontecimientos y costumbres relevantes a partir de 1930, aproximadamente, hasta los albores del nuevo milenio. Mientras tanto, y agradeciendo los aportes y comentarios que puedan enriquecer o rectificar el presente, saludos, y salud ♪♫

RECTIFICACIÓN: debido a razones de índole familiar que me han arrebatado la paz y la tranquilidad, por ahora me es imposible continuar escribiendo, así que, quizá esta sea la última entrega. Agradezco su valiosa lectura, razón única de mi esfuerzo por llegar hasta acá. 

Por ahora lo único que anhelo es esa paz. Por favor, les ruego sus oraciones para lograrla en mí.

Saludos. 

domingo, 24 de febrero de 2013

Preludio. Dejadme!

Gente, por favor, piedad. Piedad para mí, por favor.

Dejadme vivir. Dejadme vivir en paz, imploro. 
Dejadme vivir a solas con ellas. 
No me pidan que abandone a una o a la otra como tampoco a la otra. 
Sería imposible para mí vivir sin ellas.

Las amo. Yo mismo las forjé. Las hice. 
Paso a paso, segundo a segundo, minuto a minuto durante muchos y largos años. 
Así, por favor, no pidan que me separe de ellas, mucho menos que las abandone. 
Son mis compañeras desde que amanezco hasta que vuelvo a amanecer.

Dejadme vivir, gente, con mi locura, con mi soledad, con mi fortuna.

Son todo y lo único que realmente tengo.

Dejadme vivir con ellas, en paz. 

viernes, 22 de febrero de 2013

El Tumbador, S. M. su historia: VII Parte

El Quetzal empezó a circular hasta en 1925, cuando fue creado por el gobierno de José María Orellana. 

En El Tumbador de 1915 resaltaban construcciones como la casa de esquina opuesta frente al actual mercado, donde ha funcionado desde muchísimo tiempo atrás una cantina popular. Esa es de las primeras casas construidas en el pueblo. De hecho, en su época de gloria fue sede del lujoso Hotel Central, que en sus postrimerías era propiedad de don Daniel Izaguirre.

¿Por qué lujoso? Bueno, durante esos años El Tumbador era centro de convergencia para una selecta sociedad de consumo en el país. Se ha mencionado incluso que hubo un viceconsulado alemán. Además, sabido es que habitaban el pueblo extranjeros y muchos de sus descendientes, quienes en conjunto formaban toda una sociedad de elite. Amén de las visitas de familiares o amigos o empleados que llegaban desde el Viejo Mundo a través de barcos de vapor que anclaban en el puerto de Ocós, transitaban en tren hasta Pajapita y luego, a lomo de caballo o de mula o en carreta, hasta el pueblo. Aunque antes de Ocós lo hacían desde Puerto Madero, en México.

Convivían en el área tres grupos sociales claramente identificados. Los extranjeros, mayoritariamente alemanes y españoles, aunque ya existían los Lam; los criollos o sus descendientes, como lo somos todos aquellos cuyo apellido no es indígena meramente, y los indígenas nativos entonces. 

Por supuesto, las entretenciones cotidianas eran la música: a través de las victrolas de 78 rpm, con agujas cual clavitos de 1/2 “ y sus discos de casi una libra de peso y grabados sólo por un lado, tal los CDs actuales, y la lectura: ya fuese literatura o periodística, con lo que amén de la diversidad literaria de la época, los ejemplares del ABC y Mundo Gráfico, revista popular ilustrada, ambos de España; seguramente Le Figaro y Le Petit Journal, franceses; El New York Times, de USA y, por supuesto, alemanes, como lo habrá sido el Frankfurter Zeitung, serían de obligada estancia en las amplias salas de las magníficas casas patronales de entonces.

Dada la importancia que significaba contar con alguna lectura y registro de los hechos, se acostumbraba también encuadernar varios ejemplares de estos periódicos o diarios, lo cual lo hacía en Quetzaltenango el impresor y encuadernador Carlos D. Suasnavar con dirección en 4ta Av. N. No. 53, de aquella ciudad.

Las noticias de estos diarios hacían mención mayoritariamente acerca de la Primera Guerra Mundial, la cual se libraba exclusivamente en territorios europeos. Y en mínima parte, sobre la revolución que en el vecino país lideraba “El Centauro del Norte”, Pancho Villa. Corrían los años 1915, aproximadamente.

El prólogo del traductor, Federico Climent Terrer, de la obra: Delanteros y zagueros, de Orison Swett Marden, sin fecha de edición ni impresión, pero de los albores de siglo, dice:

"En estos días de morbosa afición a los deportes atléticos que amenaza disipar las virtudes relacionadas con la literatura, la ciencia y el arte para sumir a la juventud en la idolátrica adoración de la fuerza bruta divorciada de la inteligencia y en acerba hostilidad contra el discernimiento, hijo predilecto de la razón, pudiera creerse a primera lectura que por su...." 

Continuará...

miércoles, 20 de febrero de 2013

El Tumbador, S. M. su historia: VI parte

De tal suerte, la misma Escribanía del Gobierno y Sección de Tierras registra entre 1900 y 1901 a Juan Ambrosy comprando la finca Barcelona. Y en los siguientes años, diversos personajes e importantes compañías, entre las que cabe destacar a don Pedro Maury (español), Nottebohm Hnos; Chalmers, Guthrie & Co.; Buhl & Lange; Mohr & Cia y The Nowell State Company, entre otras. 

Destaca el caso de Mediodía, Bola de Oro, Monte Cristo, El Perú y Las Delicias, que fueron adquiridas por Nottebohm & Co, de Hamburgo. 

Por supuesto, el arribo de tanta empresa extranjera al pueblo incidió en la necesidad de empleados de administración, lo que convirtió a El Tumbador en un atractivo polo para la inmigración interna, ya que los sueldos pagados sobrepasaban con creces lo que el guatemalteco medio ganaba entonces. 

Tales inmigraciones, tanto la extranjera como la interna, exigieron el desarrollo del comercio en el pueblo, pues pronto se constituyó un selecto mercado, tanto agrícola como de consumo, e incipientemente, industrial. 

Así las cosas, desde pocos años después de su creación, El Tumbador, que incluso albergó en la época un viceconsulado de la monarquía alemana, se vio favorecido no sólo por la inigualable calidad de sus tierras y su agradable y propicio clima, sino también por el impulso que generará el Reformador años atrás y la inmigración de los ciudadanos alemanes, quienes a la vez garantizaron un mercado y libre tránsito para la producción y exportación de café de El Tumbador. Así mismo, Guatemala logró llegar a una nueva época dorada: 1909, cuando el precio del café finalmente se recuperó y la economía del país volvió a la calma. 

Ha sido preciso insertar la relación de El Tumbador con el café y los alemanes pues el auge del municipio durante cerca de 100 años tuvo a este dúo como principal protagonista de su historia. 

Hoy por hoy, el café sigue siendo protagonista, pero ya no de un grupo, etnia o raza en especial, pues los nuevos inmigrantes, quienes ahora han llegado principalmente desde las tierras altas del departamento, están totalmente alejados de la industria cafetalera, aunque lideran el comercio. 

Retornando a la época, llegamos a cuando los diferentes bancos del sistema emitían sus propios billetes, con lo que Banco de Occidente, Banco Internacional, Banco Agrícola Hipotecario y Banco Americano, entre otros, todos extintos hoy día, lanzaban a circulación billetes de distintas denominaciones en pesos. El Quetzal empezó a circular hasta en 1925, cuando fue creado por el gobierno de José María Orellana.

Continuará...

martes, 19 de febrero de 2013

Será cuando tú...

Es en días como estos, cuando siento la lluvia, que percibo el invierno, que anhelo la primavera y su brillo de sol y el calor de sus rayos y los colores de las flores y el trino de los pájaros. Será cuando estés a mi lado. Será cuando nuevamente primavera será.

El Tumbador, S. M. su historia: V parte

De tal suerte, las diversas fincas que hoy conocemos del municipio y que ostentan claramente nombres extranjeros, principalmente españoles, aunque no estrictamente, tales como Barcelona, Santa Elena, San Juan de Loarca, El Ferrol, España, Nueva Granada, Trinidad y El Rosario, y luego Mediodía, El Perú, El Escobillo, El Siglo, La Soledad, Lucita Linda, Costa Rica, Marilandia, Alabama, El Desengaño, Bola de Oro, La Aurora, El Faro, El Patrocinio, Hojarales, Monte Cristo, Nahuatancillo (única cuyo nombre guarda relación con la civilización Tolteca y su vocablo Nahuatl) y varias más, hasta las 59 oficialmente registradas hoy, seguramente tuvieron un enorme auge a partir de esa reforma de Barrios y el tratado mencionado.

Vale mencionar, sin embargo, que a pesar del paulatino arribo de inmigrantes al área durante la época, tal cual registra el paquete No. 14 de la Escribanía del Gobierno y Sección de Tierras, del año 1891, con el primer nombre extranjero en la zona: Guthber & Nowell, comprando la finca Carolina, en Tumbador, dicho arribo no fue masivo sino justo a inicios del siglo XX, principalmente por la crisis económica que entonces se vivía.

Y es que, efectivamente, el monocultivo que El Reformador impulsó, la pésima gestión administrativa durante las postrimerías del siglo XIX del gobernante Reyna Barrios tanto como la de su sucesor Estrada Cabrera y toda una serie de acontecimientos climáticos y geológicos, tal la erupción del Santa María en 1902, aunados a la baja de los precios del café en el mercado internacional (US$ 3.55, en 1903) vinieron finalmente a dar al traste con la economía nacional, lo cual llevó al país al borde de la quiebra y a no pocos finqueros nacionales a perder sus propiedades.

Por cierto, esto propició el desarrollo de cultivos alternos tales como el banano y la caña de azúcar.

Paulatinamente, muchas fincas fueron compradas a guatemaltecos por diversas empresas extranjeras durante esos albores del siglo XX. Principalmente, mediante el sistema de compra que ha prevalecido a través del tiempo en el campo, en el que poderosos capitales financian a productores invirtiendo en sus cosechas a futuro, las cuales luego compran y revenden, permaneciendo en el ínterin a la espera de crisis naturales cíclicas que impidan a dichos productores cumplir con las cosechas financiadas y sus pagos a deudas anteriores, con lo que pierden sus propiedades a favor de tales financistas.

Continuará...

lunes, 18 de febrero de 2013

El Tumbador, S. M. su historia: IV parte

Para ello, el Estado se apoyó también en la abolición del sistema de tierras en usufructo que hasta entonces prevalecía, garantizando a los nuevos inversionistas la propiedad privada de sus tierras, a la vez que la disponibilidad de mano de obra abundante y de bajo costo a través de diversos decretos en paralelo.

Por supuesto, contar con un centro de control político y gubernamental, como en esencia es la tarea de todo poblado, también resultaba esencial ante tal política. Amén de un centro de convergencia que facilitaría la vida de los nuevos inmigrantes.

Así las cosas, la otrora aldea El Tumbador, como muchos otros poblados en el país, en pocos años pasó a ser un importante municipio, principalmente de la mano del café y los alemanes, en mutua comunión.

Aunque vale mencionar que los primeros alemanes llegaron al país poco antes de 1850, pero ante las políticas señaladas, su inmigración se incrementó. Además, la Reforma impulsada por el Estado no terminaba ahí, ya que el 16 de agosto de 1884 se emitió también el decreto de gobierno 308, el cual daba vida a la creación del puerto de Ocós, en la mismísima costa marquense. Con ello, los inmigrantes contarían con mayores facilidades para exportar sus producciones a los mercados de Norteamérica y el Viejo Mundo. Por supuesto, no la desaprovecharon. Así, los finqueros y empresarios ingleses, alemanes y estadounidenses radicados en la zona y dedicados entonces mayoritariamente al cultivo del café, se ocuparon en construir un muelle en dicho puerto. Y posteriormente, mediante la “Compañía de Ferrocarril de Ocós”, el tramo ferroviario que de Ayutla llegaría a Ocós. Dicha línea se terminó de construir en 1908.

De igual manera, el 20 de septiembre de 1887 se celebró el “Tratado de Amistad, Comercio y Navegación” entre el imperio alemán y Guatemala, el cual otorgaba libertad para comprar, negociar y poseer terrenos, almacenes y tiendas en ambos territorios, e incluso nombrar apoderados. Así también, completa y constante protección para las personas y sus propiedades, exoneración de servicio militar y muchas otras prebendas más. México, por su lado, también impulsaba privilegiadas condiciones para los inmigrantes, por lo que la zona de Chiapas, colindante con nuestra área, también fue ampliamente habitada por alemanes, siempre en comunión con el café y el noble clima de la región.

Continuará...

viernes, 15 de febrero de 2013

El Tumbador, S. M. su historia: III parte

En 1825, una vez consumada la independencia contra España, el área volvió a ser parte de Quezaltenango, aunque en ese entonces conocido como Partido de Quezaltenango. Poco después cambiaron el nombre de Partido a Departamento, como los conocemos hoy día.

Así las cosas, al 7 de noviembre de 1825 Guatemala estaba conformada por 7 enormes departamentos: Verapaces, que incluía el Petén de hoy día; Chiquimula, que era prácticamente todo oriente; Guatemala junto a Escuintla y casi toda Santa Rosa que hoy conocemos; Sacatepequez unido a Chimaltenango; Suchitepequez con Sololá y gran parte del Quiche de hoy; Quezaltenango con Soconusco, incluyendo el San Marcos de hoy y, finalmente, Totonicapán con Huehuetenango. Belice ya no figura.

Como consecuencia, el área del municipio de El Tumbador, bajo dominio de Quezaltenango, formó entonces parte del intento separatista de lo que pretendió ser el Estado de Los Altos, conformado por Quezaltenango, Totonicapán, Sololá, Suchitepequez y Soconusco. Separación que permaneció desde el 2 de febrero de 1838 hasta el 8 de mayo de 1849, cuando finalmente fueron anexados por la fuerza militar a la entonces de reciente creación República de Guatemala.

San Marcos, como departamento, no existió políticamente sino hasta el 8 de mayo de 1866, e incluía entonces municipios tales como Coatepeque (actualmente de Quetzaltenango), Cuilco y Tectitan (actualmente de Huehuetenango), Izlamá (desaparecido), Amatenango y Motozintla (Actualmente de Chiapas, México), Caníbal (seguramente Santa Rosa Caníbal hoy día en Cuilco, Huehuetenango), Mazapa (seguramente Mazapa de Madero, actualmente de Chiapas, México) y Ciquigüil, entre otros de los ya conocidos, pero no El Tumbador.

El Tumbador fue reconocido oficialmente como municipio más de 20 años después, en 1892, cuando aparece por primera vez en la demarcación política de la República de Guatemala, según la Oficina de Estadística, con categoría de pueblo y cabecera del mismo nombre. Antes de ello no era sino una pequeña aldea.

Pero los cambios al paso de los años, de los siglos, no sólo se dieron en el ámbito geográfico sino también en el jurídico. Así, el brutal sistema de repartimiento y encomienda había desaparecido tiempo atrás. Aunque la explotación del indio continuara, las tierras ya no se repartían, y quizá muchas de ellas eran libres, como recién apenas en 1980 aún lo eran en el departamento de Petén.

Seguramente entonces elevar a categoría de municipio El Tumbador obedeció a la política de Estado del entonces presidente, General Justo Rufino Barrios, en cuanto a propiciar el desarrollo económico del país mediante su reforma, la cual, entre otros programas, contemplaba la invitación a extranjeros para que invirtieran en el desarrollo del país, principalmente alemanes, aunque también lo hicieran ingleses, estadounidenses, franceses y nuevos españoles.

Continuará...

martes, 12 de febrero de 2013

El Tumbador, S. M. su historia: II Parte

Juan Jegerlehner y paisanos, 1918.
Vestigios de tales pueblos se encontraron en la finca La Soledad. Básicamente, un incensario y una efigie.

De hecho, a partir de tales hallazgos se identificó una cerámica precolombina como tipo Tumbador Inciso y hasta se establecieron variedades del mismo.

Estudios y análisis efectuados recientemente han determinado que dichas piezas cerámicas fueron elaboradas con materias primas provenientes del área fronteriza entre Guatemala y México, precisamente entre Ocós y Puerto Madero (hasta río Coatán), sobre el océano, y Coatepeque, El Tumbador, Tuxtla Chico y Tapachula, donde en aquélla época se elaboraban cerámicas de gran fineza y calidad, conocidas hoy día como cerámicas plumbate.

Vale mencionar que estas fueron distribuidas a lo largo y ancho de la Mesoamérica prehispánica, encontrándose restos de ella en lugares tan lejanos como la península de Yucatán, en el extremo Norte y Panamá, en el Sur.

Luego, en los albores de la conquista, allá por 1523, cuando por órdenes de Hernán Cortés, Pedro de Alvarado, proveniente desde el cercano Tehuantepec, en México, incursionó en Guatemala, seguramente atravesó lo que hoy es el departamento de San Marcos.

A partir de ese momento, los ya conocidos Repartimiento y Encomienda, amplia y concienzudamente divulgados por el connotado autor nacional, Severo Martínez Peláez, seguramente empiezan también a formar parte de la historia del área que actualmente ocupa el municipio, con lo que las tierras habrán sido distribuidas a los aventureros conquistadores, y los indios, así llamados entonces, amén de repartidos, también encomendados para su evangelización católica.

Así, mucho antes de existir un municipio identificado como El Tumbador, quizá en los albores del 1700, en el área habían simplemente diversas extensiones de tierra dedicadas seguramente a cultivos tales como cacao y la extracción de maderas preciosas, pues el café no fue introducido en el país sino hasta en el año 1773. Y con alguna certeza, inicialmente en las inmediaciones de la entonces capital, asentada en el valle de Panchoy, hoy Antigua Guatemala.

A través de la historia, el territorio del municipio ha sido parte de varias organizaciones geopolíticas establecidas por los diferentes gobiernos. Así, y de acuerdo a las ordenanzas de Barcelona del 20 de noviembre de 1542, perteneció a la Audiencia de los Confines, la cual se extendía desde Tehuantepec, en México, hasta el río Atrato, en Colombia.

Tan sólo siete años más tarde, en 1549, Guatemala, Chiapas y Soconousco, junto a otros del norte de la Audiencia de los Confines, se separaron de esta y se anexaron a México. Pero de igual manera, pocos años más tarde, en 1568, el territorio pasó a formar parte de una nueva organización socio política dictada allende el Atlántico, la de la Audiencia y Capitanía General de Guatemala, la cual abarcaba Chiapas, Soconusco; Guatemala y El Salvador como uno solo; Honduras; y Nicaragua con Costa Rica incluida. Con lo que quedaron nuevamente separadas de México, que por entonces era declarado Virreinato de la Nueva España.

Estos cambios previo señalados, como ven, se suscitaron en poco menos de 30 años. Casi 100 años después, ante una nueva distribución política de los territorios, entre 1650 y 1753, el área de El Tumbador perteneció al corregimiento de Quezaltenango, pero a partir del tal 1753, pasó a formar parte directamente de la Provincia de Guatemala. Vale resaltar que esta distribución geográfica aún incluía Belice como territorio de Guatemala.

Continuará...

domingo, 10 de febrero de 2013

El Tumbador, S. M. Su historia: I parte

El municipio de El Tumbador, ubicado en el departamento de San Marcos, en el rincón Sur-Oeste de la República de Guatemala, alcanza una extensión territorial de 84 kilómetros cuadrados (como referencia, el lago de Atitlán tiene 130 kms2).

Con una topografía variable que en poco menos de 18 kilómetros lineales va desde los 260 msn, en sus límites con Pajapita y Nuevo Progreso, hacia el Sur, hasta los 2100 msn, en la cima del cerro Tumbador, del cual adoptó su nombre, obtiene no sólo diversidad de temperaturas, que oscilan entre los 17 y 18 hasta los 35 grados centígrados, sino también de microclimas, los cuales hacen posible una amplia variedad de cultivos que abarcan desde el banano y los mangos hasta los berros y las naranjas, aunque por excelencia es un municipio cafetalero.

En dos palabras, El Tumbador es un municipio verde en cuanto a la abundante vegetación que lo cubre y rodea. No así por la cultura de sus habitantes.

El núcleo meramente urbano se sitúa sobre los 920 msn, en lo que suele llamarse la bocacosta, con el océano Pacífico extendido al Sur, como a 50 kilómetros en línea recta, y los volcanes Tacaná y Tajumulco al Norte, este último con su cráter a 20 kilómetros de distancia.

El Tumbador, al pie del cerro que le da su nombre, es un pueblo enclavado sobre una larga loma descendente por cuyos bordes se desparraman variopintas casas, pocas de ellas aún de principios del siglo XX, muchas de finales del mismo y un gran sector con novísimas aunque disonantes del presente siglo, todo lo cual le propicia un carácter arquitectónico indefinido y desordenado, sumamente contrastante entre sí, tal cual el Londres de ultramar, aunque con las carencias del caso.

Ocupada el área costera del país por Olmecas durante el período Preclásico Medio, seguramente existió influencia de estos sobre los Mames, a cuyo señorío pertenecía el área de El Tumbador cuando los españoles arribaron en 1523. Vestigios de tales pueblos se encontraron en la finca La Soledad.

Continuará...

viernes, 8 de febrero de 2013

Así Conquistamos El Mirador

Amigos lectores, me complace poder ofrecerles en versión digital mi narrativa acerca de la incursión que hiciera un año atrás dentro de la selva de El Petén, al Norte de Guatemala, para conocer la milenaria ciudad Maya de El Mirador. La primera ciudad Estado del continente americano.

Está la encuentran en amazon y, por su nombre y portada, que comparto, sé que les será sumamente fácil hacerlo.

Espero dicha sea de su agrado, e incluso, de ser necesario, podamos comentarla e incluso profundizar respecto a tan importante sitio por este medio.

Agradeciéndoles, les saludo. Feliz fin de semana. Ah, y pueden echarle un ojo a unas cuantas páginas. Hasta pronto. Y gracias por su apoyo.

jueves, 7 de febrero de 2013

Palabras del autor: 3ra parte y final

Paradójica expresión la de la estrella, ya que en ¿Qué puedo hacer por ti? pregono acerca de la importancia de nuestra relación horizontal con otros seres humanos como la única manera de salvarnos de la debacle que estando solos, aislados, inevitablemente construimos para sí mismos.

¿Estaré entonces construyendo mi propia debacle al no someter mis libros a crítica previa de editorial alguna? No. Para nada. Son, en todo caso, amigo lector, su lectura y su crítica el hálito que necesito. Usted es quien decide si éste brilla y va más allá o, cual cálido cirio, se extingue y desaparece.

Es usted, con sus emociones y sus raciocinios, con sus ideales y sus motivos, pero principalmente, carente por completo de interés en mí o en negocio alguno, quien de verdad puede emitir verdadera critica sobre estas elucubraciones que oso exponerle.

Además, he de confesar también que sí, en alguna oportunidad, varios años atrás, contacté por correo electrónico con un editor. Le comenté que había alcanzado el Premio Único de Cuento de la Fundación Myrna Mack, en 2004, y de mi pasión por escribir. Lacónicamente, contesto que le enviara muestras de mis escritos. Luego de hacerlo, no sino hasta años después, en una reunión de su gremio, supe nuevamente de él. Pero al verlo, y más al estrechar su mano, percibí una petulante arrogancia que con creces superaba la mía, por lo que inmediatamente me retiré. Al poco tiempo supe nuevamente de él: libraba una batalla judicial por algún problema de derechos de autor. Afortunadamente, nunca más he vuelto a saber de él.

Por la misma línea, otro ilustre personaje que entiendo es leído y escrito, como se decía antaño allá en mi pueblo, y poseedor de cierto abolengo dentro del círculo, también entiendo, opinó a través de un prestigioso diario, entiendo también, que en Guatemala había de todo, incluso quienes escribían babosadas.

¡Babosadas! ¿Será eso lo que escribo? Me pregunté entonces. Y sí, también concluí que muchos de los que escribimos, escribimos babosadas. Babosadas refrescantes algunas, poco refrescantes otras, pero al fin de cuentas, babosadas. Hasta el más encumbrado habrá aceptado alguna vez que ha escrito babosadas alguna vez. Y si no, que lo diga el Nóbel defensor de la tauromaquia.

Para finalizar, mi propósito es en todo caso que usted se distraiga. Se entretenga. Que comparta conmigo los viajes que mi imaginación pare. Palabras rebuscadas y una redacción propia de las escuelas parisinas, madrileñas o bonaerenses no encontrará en mis escritos, pues tengo mis raíces en lo que la educación primaria en la escuela pública José Martí, de allá, en El Tumbador, San Marcos, cinceló en mí durante mi infancia. Ni por asomo he estado en París, Madrid o Buenos Aires en actividad alguna relacionada con la literatura o mi simple escritura.

Así pues, babosadas o no, pero con un lenguaje que procuro sea simple y claro, le invito a abrir esa puerta y que me acompañe en las siguientes páginas a recorrer algunos cuantos rincones del Universo.

lunes, 4 de febrero de 2013

Palabras del autor: 2da parte

Es más, la soledad, el aislamiento total que escribir exige, incluso cuando las gentes transitan enfrente o se está en medio de ellas, proporciona un éxtasis adicional a este extraño placer.

Se está en comunión intensa, a solas, con una ficción, con un personaje, en un momento crucial único. Absorto, abstraído, ajeno al mundo, tal como se percibe al mismo mundo, ajeno a uno. Como cuando se está por vez primera con la persona tanto deseada.

Pero si escribir es un placer, publicar puede ser todo lo contrario. Como cuando la persona tanto deseada nos manifiesta su absoluto rechazo por enésima ocasión. Sin embargo, de la misma forma que perseveramos ante la persona tanto deseada, el placer de entregarnos día y noche en pos de la odisea de parir un gajo de Universo y darlo a conocer es tan alto que tampoco importa el sacrificio: ni en lo económico, ni en lo social, ni en esto, ni en lo otro.

De hecho, bien sabemos que el momento más difícil como escritor es llegar al punto final y pretender dejar ahí, a secas, una propuesta. Alejarse de ella. A mí me hace sentirme incompleto. Me hace falta. Es como un adiós a quien hemos visto nacer y crecer tras largas noches de placentero desvelo. De tal suerte, no pocas veces caigo en la tentación de impedir su vuelo y la someto nuevamente a mi propio escrutinio, cual quirófano, para agregarle, para quitarle, para enmendarle. Así, hasta que finalmente, aunque nunca totalmente convencido, decido apartarme de ella. De la obra escrita, aunque no precisamente sea una obra, en el completo sentido de la palabra, y termine siendo solamente un escrito.

¿Hay entonces en mí cierto masoquismo en escribir y publicar? No. Es más, el placer de hacerlo supera con enormes creces los reveses. Es entonces ¿un vicio? Sí, definitivamente. Lo acepto. Y de entre los que conozco y disfruto, el que me ha resultado más placentero y palpitante, ya que, contrario a los otros, este me exige razonar para sentirme en las nubes. Me exige buscar, encontrar y darle coherencia a mi elucubración.

Pero bueno. Respecto a títulos previos publicados, son cuatro. Un collage de relatos: “Diez Fumadas”. Luego, un manual práctico para quienes anhelan iniciar un pequeño negocio propio. El tercero, ¿Qué puedo hacer por ti?. Una propuesta de evolución. Y el último, “Así Conquistamos El Mirador, el sitio arqueológico maya”. Una narrativa documentada que describe la aventura entre la selva, a lo largo de 150 kilómetros, de un grupo de turistas guatemaltecos en pos de conquistar la Danta, la pirámide más grande del mundo maya, la cual se encuentra entre las profundidades de la selva de el Petén, en Guatemala.

Mágico y rico, Diez Fumadas. Intrascendente, el de mercadeo. ¿Qué puedo hacer por ti?, me ayudó a evolucionar, e incluso terminó por dar al traste con mi profesión universitaria, dado que me obligo a evolucionar hacia estadios superiores desde los cuales el respeto a los consumidores como seres humanos es simplemente normal. Lo cual contradice por mucho el “mercadeo” que actualmente se practica. De tal suerte, ¿Qué puedo hacer por ti? me liberó de la aberración de disfrazar de manera ficticia o mercadológica mi realidad, cualquiera que fuere. Finalmente, en cuanto a “Así Conquistamos El Mirador”, fue el primero que publiqué en formato electrónico. Y su propósito es dar a conocer y mostrar el sitio y sus inmediaciones de manera amena y entretenida.

Confieso que ninguno de estos libros ha sido sometido a crítica de editorial alguna. Han salido a luz tal cual los escribí. ¿Por qué? Pues dado que las editoriales son empresas comerciales, están tras ingresos financieros, rentabilidad y utilidades y deben cuidar su “imagen” a través de los títulos, libros y autores que publican. De tal suerte, alguien poco leído no es negocio. Y por lo tanto, tienen razón verdadera para no publicarme. Pero además, mi forma de vida, autosuficiente desde los once o doce años, me ha impedido someter a juicio de otros los actos de mi vida por realizar. Para bien o para mal, quien se estrella o se hace estrella, soy yo.

Paradójica expresión la de la estrella, ya que en ¿Qué puedo hacer por ti? pregono acerca de la importancia de nuestra relación horizontal con otros seres humanos como la única manera de salvarnos de la debacle que estando solos, aislados, inevitablemente construimos para sí mismos.

viernes, 1 de febrero de 2013

PALABRAS DEL AUTOR: 1ra parte

¡Ah¡ Narrar, narrar, narrar.... Un placer. Un gozo. Pues hacerlo me exige sumergirme en la construcción de sueños, anhelos, fantasías y, por supuesto, tristezas y dolores, a los que logro dotar de alguna vida sólo después de unir una a una, no sé cuántas palabras, ni cuántos versos, ni cuántas oraciones.

Por supuesto, la imaginación es esencial. Pero, ¿cuándo ha dejado de serlo? Nunca. La necesitamos toda la vida. Es el primer paso para lograr que algo sea posible. Si lo imaginas, lo puedes lograr, dijo ya alguien.

Pero además, la imaginación es invaluable por completo, no sólo por lo que nos puede llevar a construir sino porque nadie, absolutamente nadie, puede arrebatárnosla y ni siquiera limitárnosla. Es, por lo tanto, la única posesión que nos hace verdaderamente libres, o en caso contrario, prisioneros absolutos de ella misma, totalmente.

Así, cuando escribo, construyo un mundo fantástico en el que mis sueños y mis ilusiones se hacen ficticiamente reales. Como dice en Diez Fumadas, escribiendo puedo incluso conversar con la más de las mujeres u ostentar la más de las simplezas. Todo. Todo ello, en mi imaginación. En mi mente.

¿Rayando en la locura? Quizá. Aunque siempre he defendido a esta como la verdadera madre de la cordura, lejos por completo de tildarla como hija ilegítima de la misma.

Así pues, narrar, escribir, lo he hecho a lo largo de mi vida; lo cual no precisamente implica que lo haya hecho bien. Habemos quienes escribimos como vivimos: soñando, precipitadamente, y a veces hasta incoherentemente. Pero ello en absoluto le resta placer a la actividad. Es más, la soledad, el aislamiento total que escribir exige, incluso cuando las gentes transitan enfrente o se está en medio de ellas, proporciona un éxtasis adicional a este extraño placer. Se est