Escritor...
— No importa. Yo quiero ser escritor. Y trabajaré para lograrlo. — Bueno. Está bien. Pero, en qué trabajarás para ello? — Aprenderé ortografía, gramática, sintaxis, redacción y todo lo necesario. — Pero, es que acaso no te das cuenta que con aprender todo ello tampoco te será suficiente. — ¡Cómo que no? Por supuesto que sí. No es pues el caso que un médico aprende medicina para ser médico y un abogado leyes para legislar. Así, aprendiendo a escribir seré escritor. — Eres más testarudo de lo que pensé. En parte, tienes razón. Si escribes bien serás un escritor, pero entonces lo que me falta explicarte es que para ser escritor laureado, como tú lo pretendes, te faltan laureles. — Pero esos me los concederán. — No. No es así. Los laureles los pones tú al momento de escribir. Los otros simplemente los reconocerán en ti. Claro...