Colorín Colorado!!!

Y colorín colorado, este cuento de los cien cuentos ha acabado.

Y aunque reconozco no todos son cuentos, una vez muchos son narrativas, otros, cuentos cortos, oraciones incluso algunos o capítulos de alguna noveleta otros, tal el caso de El Tren es una Fiesta, en sus capítulos I y II, todos son producto de mi imaginación. 

Ninguno de los tres niños en el tren existió, como tampoco la taberna de medio cerro, Emperador, Rebk o el colibrí de Antigua, entre otros más de cien personajes creados con los que me he deleitado y entretenido durante el periplo en mi mente, en mi imaginación. 

Imaginación misma a la que después de seis décadas avanzadas sin conocer el lado oscuro del humano al pie de la escalera tuve que recurrir de emergencia para evadir precisamente esa faceta oscura suya del humano incompleto. Del ladrón, del usurpador, del hijueputa aprovechado; a la vez que de ese otro lado de incompetencia, ignorancia y carencia de profesionalismo de algún güizache de quinto patio en alguna institución mediocre del Estado. Evidentemente, solo los evadí, pues esos monstruos, tal el dinosaurio de don Tito, que pronto será Tito a secas, siguen estando ahí.

No pude arrancármelos, aunque esto quizá solo sea posible cuando la vida se me arranque; o en un arranque de ira, a plumazos lo componga, pues de lo que estoy absolutamente seguro es que mi única arma es la pluma. Lamentablemente, pues esta no tiene el peso necesario, ni siquiera los 585 gramos de una 9mm 43 ni la estatura de un gigante como Monterroso.

Por si fuera poco, el camino siempre, cada cuantos pocos metros, presenta más tribulaciones. Tal el insistente pregón que chamanes y émulos baratos de algún dios lanzan acerca de DDHH universales que, a sabiendas de las virtudes del hombre, resultan inservibles, una vez: hecha la ley, hecha la trampa. Con lo que los tales DDHH son usados hoy día principalmente como disfraz para cometer fechorías, para delinquir, para faltar el respeto al semejante, para destruir sociedad, con lo que el propósito original de tal pregón ha sido totalmente desvirtuado y por ende ha perdido toda legitimidad.

Por otro lado, la pasional y enfermiza defensa de ideologías politiqueras, ignorando que su verdadero propósito ha sido, es y seguirá siendo por los siglos de los siglos hacerse con las mieles de la corrupción en el poder, iniciando por repartir el pastel entre los amigos y, muy convenientemente, los amiguetes, es otra tribulación que ahora mismo debemos soportar día a día. ¿Exceso de comunicación?

La tapa al pomo: el ocaso de otra de tantas vidas, máxime que confluye con las venganzas del amor y un dejo, pienso quizás como última esperanza, de alguna senil locura. Así, la cera de mis velas se ha desparramado por sobre todo el tapete, sobre la mesa misma y hasta empieza a gotear en el piso, siendo ahora mismo poco capaz de sostener con vida el pabilo de combustibles algodones que ha iluminado, dando vida a miles de noches y días oscuros.   

Sin embargo, a pesar de todo ello, cuando finalmente logro escapar de esa absurda realidad, tal escape se transforma de inmediato, como ustedes saben, en un magnífico y placentero viaje para mí, en solitario, que además me ayuda a ejercitar los músculos de escritor. Sí, la práctica hace al maestro.

Así pues, la meta, mi meta, está cumplida: 100 textos, uno diario, para mantener lejos a la bestia, reitero. Estos 100 textos iniciaron el uno de septiembre de 2024 y finalizaron el 9 de diciembre del mismo año. Esto sí, preciso mencionar, la mayoría escritos con la pluma sobre las páginas impares, salvo cuando la razón de hacerlo en pares se impone. Que ocasionalmente sucede.  

Culminé el 9 de diciembre publicando, tal como ofrecí, el 2do capítulo de la noveleta en ciernes, El Tren  es una fiesta, luego de haber compartido previo el capítulo I, el día 13 de octubre recién pasado, en este mismo blog. El tercer capítulo, si Dios lo permite, aunque escrito está, quizá se revele ante sus pupilas en febrero, mes del cariño. Ya veremos.

Fue un paseo hermoso, confieso. Conocí tanto, vi tanto, escuché tanto que por ende tuve que escribir tanto. Ahora me voy. No sé a dónde, menos aún cómo, ni cuándo ni si algún día regresaré; pero de ser, que sea, y lo haré sumergiéndome otra vez entre esa imaginación mía a la que la locura, de la mano de la cobardía a derecha, y de la sensatez, a izquierda, me llevan, y seguiré escribiendo hasta cuando mis letras hagan surcos en la mente de las bestias, a pesar que no saben leer; y lunas y estrellas pletóricas de luz de sol en el corazón noble de los hombres superiores.

Y aunque me marcho para seguir escapando de esa realidad, intentando esconderme de ella, ella va conmigo, al igual que todo lo que tengo. Una luna de miel conmigo mismo. La primera. 

Hasta pronto, aunque empiezo a dudar si Dios así lo quiere. 



  




   

 


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