El Ocós de antes!!!

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José Luis Elgueta Jegerlehner
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Así era. En cuanto llegábamos hasta donde el auto podía llegar antes de hundirse en definitiva entre las negras arenas del pacífico y salíamos de él, sentíamos estrellarse contra nuestras narices, contra nuestro rostro todo, aquella fresca brisa de la marisma salobre y del olor de los frescos pescados y camarones que habían amanecido aún libres y felices entre las aguas del mar y en ese momento ya estaban a la venta, entre algunos cuantos trozos de hielo, siempre pocos, ahí, al lado, a las afueras de los endebles ranchos de mangle y palma, a la orilla del camino, con las señoras y su trapo intentando en vano ahuyentar las moscas que en vuelo raudo e insistente se posaban sobre aquellos. 

Si el sol aún lo permitía, no habiendo calentado en exceso aquella arena negra que más bien se miraba gris, salíamos corriendo descalzos en procura de complacernos viendo la mar, que a la distancia ya escuchábamos cuando sus altísimas olas rompían y se estrellaban contra la playa metros adentro. De lo contrario, ese último recorrido a pie lo hacíamos sin quitarnos las botas de cuero, aunque de una u otra manera, cargando la mochila con la calzoneta y las mudadas de ropa que usaríamos durante esos dos o tres días de mar.

En el trayecto, a izquierda, la casa de don Teófilo, en donde siempre nos deteníamos 3 segundos y medio para ver los huesos de la mandíbula de un tiburón y el esqueleto de un pez vela que él presumía haberlos pescado durante su juventud. A veces, nos deteníamos solo 3 segundos, pues aquella, la mar, nos llamaba. Nos exigía contemplarla, aunque más, disfrutarla.

Apenas llegábamos al rancho de hojas  de palma, y ya las camisas las habíamos dejado en algún lado y las mochilas en otro, y nos quitábamos a toda prisa las pesadas botas que entonces ya llevaban más arena que pies adentro.

Y era apenas el inicio. Cuando Ocós era poesía y encanto poseía. 


Agradecido, muy agradecido con su lectura. 

Comentarios

  1. Me gusta mucho como nos describes tu niñez

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  2. Muy buena narración Guicho. Felicitaciones

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