Agua000!!! 😄
José Luis Elgueta Jegerlehner
guichodeguatemala@gmail.com
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Avanzábamos serpenteando lentamente por el maltrecho camino de terracería y piedras entre las montañas. Íbamos a bordo del 4x4, subiendo hacia las pozas de agua caliente, azufrada, de El Tablero (donde estan los pequeños famosos volcanes); lo hacíamos bajo el sol ardiente y brillante de la zona, mismo que permitía lleváramos las ventanas abiertas y la lona del techo recogida hacia atrás, recibiendo así a la naturaleza en todo su esplendor.
Los cafetales, verdes como quetzales, incluso con sus puntos rojos, cubrían cual alfombra las montañas circundantes, extendiéndose hasta allá, a la distancia, donde las nubes se acercaban a acariciarlos. El clima era tibio, y el aroma, si así se puede llamar, era a tierra. No mojada, pues no llovía, y tampoco seca, pues el día anterior, como todos los días, en algún momento había llovido. Al igual que en ese instante, sabíamos, pronto llovería. Lo anunciaba aquella neblina que a distancia acariciaba las montañas y poco a poco también a las copas de los árboles más cercanos, a la vez que con cierto disimulo empezaba también a palidecer al mismo sol. Una que otra ráfaga de viento meciendo suavemente los árboles de cushin y de paternas a la orilla del camino eran también presagio. El tibio clima se había quedado 200 metros atrás, no más de 5 minutos, y ahora recibíamos un leve fresco.
¡Ah la madre...! Cerrá la ventana. La lona, vos, la lona, bajála! Jajajaja. Rápido. ¡Ah la gran... que piñazos! Poné el parabrisas. Pasáme la chumpa. Cuidado ahí, la cuneta está cerca. Mirá esos árboles, doblados por el aire. Jajaja!!!
El estruendo resultante de las gotas que a chorros se estrellaban contra el auto, contra los vidrios contra la lona era ensordecedor. Por fortuna logramos cerrar todo de manera rápida, pero aún así, nos mojamos.
Pronto aquel camino era un torrente de agua con cientos de afluentes que bajando en cascadas de las laderas lo alimentaban a borbotones. A los pocos metros, alguna cuneta intentaba desviar aquella inundación hacia el barranco, pero no, no era suficiente.
Nos habíamos mojado bastante, como comenté, por lo que la calefacción del auto era necesaria. Así mismo, parabrisas, frenos, luces y llantas siempre debían estar en óptimas condiciones, pues ver más allá de 5 metros era imposible. Y claro, cadenas para las ruedas en caso sucediera lo peor: quedar atascados en lodo profundo. Aunque con el 4x4 eso sería casi imposible.
Pero bien, sí, así llovió ese día, como llovía todos los días en la región Y aunque a sabiendas de que así llovía, casi siempre la lluvia nos sorprendía desprevenidos y nos empapaba. Sin embargo, en algunas ocasiones, luego de 30 o 40 minutos de intensa lluvia y estragos por doquier, el sol emergía y alumbraba nuevamente, y con él, la calidez de sus rayos, los cuales aprovechábamos para secar nuestras ropas.
Ah, el hermoso terruño!
Como dijo el poeta de la antigua Roma, Marco Valerio Marcial, palabras más, palabras menos: recordar es volver a vivir.
Me hiciste sentir hasta el olor de la tierra mojada, y mi imaginación pudo ver también las montañas y los cafetales
ResponderEliminarLa narrativa que haces, te lleva al lugar... Felicitaciones.
ResponderEliminarAsí es la alta montaña, y ascenderla a pie por caminos y veredas es incomparable.
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