La Taberna del Medio Cerro!!!
Poco saben las mujeres de lo entretenido que nos la pasamos y todo lo que aprendemos los hombres en la taberna de don Chepe, allá, a medio cerro, donde para llegar debemos ascender caminando 68 escalones de piedra de entre 15 y 17 pulgadas de altura cada uno, lo cual exige esfuerzo y práctica, razón por la cual debemos ir al menos dos veces por semana. De lo contrario, perderíamos esa práctica y tendríamos que pedir ayuda para seguir yendo. Por si están con la duda, son cerca de 28 metros de altura, pero además, muy empinados.
Pero bueno, lo importante es lo entretenido que ahí nos la pasamos, pues desde cuando don Chepe abrió esa taberna, escribe en un viejo pizarrón a yeso en la entrada el tema de conversación de la semana. Cada semana diferente tema y por demás variopintos. aunque todos de cultura general. De a poco, esa estrategia le ha generado clientes fieles, sin embargo, muchos preferimos ir martes y jueves, ya que martes están Juan y Mario, dos amigos tan simpáticos como Armando y Manfredo, aunque estos no llegan martes sino jueves, por lo que como les decía, no pocos tenemos guardados esos dos días en nuestro calendario semanal, de 7 a 10 de la noche, para ir ahí, a la Taberna del Medio Cerro, como a don Chepe se le ocurrió nombrarla.
La semana pasada, aquel pizarrón tenía garabateado el tema: la revolución del 20 de octubre.
Pues bien, el martes, Juan y Mario nos deleitaron contándonos las historias de la revolución, cuyos abuelos, de Juan, maestro y de Mario, agente del Banco Nacional Agrario, las vivieron y a sus hijos se las contaron, y estos a la vez, a sus hijos: Juan y Mario precisamente, quienes revivieron ahí tales historias para nosotros, sentados todos en torno a la mesa y algunos de pie, detrás de quienes alcanzan silla o banco, aunque la mayoría con tarro de cerveza en mano.
Pero la euforia con que aquellos nos cuentan las vivencias de sus abuelos en torno a aquel hecho histórico nos cautiva, a la vez que nos persuade para seguir sus pasos. La nobleza de los ideales, la poesía de los hechos, la oda de la victoria y demás, nos encandilan y entusiasman, hasta cuando al filo de las nueve y media, luego de dos o tres tarros de cerveza y aquel baño de ética y valores, de esa verdad, uno a uno empezamos a abandonar aquel local convencidos de la bonanza de los hombres, aunque reafirmando nuestro compromiso por vernos ahí nuevamente en dos días. El jueves.
Así, el jueves, al filo de las siete de la noche subimos nuevamente hasta el escalón número 68, casi sin aire, y a los dos metros a derecha, ingresamos a la taberna de don Chepe. Tarro en mano aunque aún recuperando el aliento, nos congregamos nuevamente en la misma mesa del martes, que es la más amplia, aunque ahora en rededor de Armando y Manfredo, como les he anticipado.
Estos nos deleitaron contándonos las historias de la revolución pasada, cuyos abuelos, de Manfredo: empresario, y de Armando: militar, las vivieron y a sus hijos se las contaron, y estos a la vez, a sus hijos: Manfredo y Armando precisamente, quienes revivieron ahí tales historias para nosotros, sentados todos en torno a la mesa y algunos de pie, detrás de quienes alcanzan silla o banco. Todos cerveza en mano.
Pero la euforia con que aquellos nos cuentan las vivencias de sus abuelos en torno a aquel hecho histórico nos cautiva, a la vez que nos decepciona de seguir tales pasos. La traición a los ideales, la hipocresía de los hechos, los asesinatos de la victoria y demás, nos deprimen y hasta nos enojan. Al filo de las nueve y media, luego de dos tarros de cerveza y aquel baño de la otra verdad, uno a uno empezamos a abandonar aquel local convencidos de la hipocresía y la inmoralidad de los hombres, aunque reafirmando nuestro compromiso por vernos ahí nuevamente el martes, para otro baño de otra verdad.
Y así, la historia.
¿Has leído Capítulo I? En caso no, te invito a leerlo. Es el 1er capítulo de una noveleta en proceso. Gracias!
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