Mesera galáctica!!!



Miraba los huevos estrellados poco cocidos, contrario a como se los pedí a la señorita, pero, —Bueno, —me dije a mí mismo, —no hay que ser tan quisquilloso. Mejor agradezco que puedo comer estos huevitos con frijolitos y crema. — aunque en ese mismo instante me percaté de que ese desayuno estaba mejor que cuando la última vez ahí en ese mismo restaurante de pollo, en la salida de Xela hacia San Marcos, allá por la Esperanza. 

Sí, sin duda estaba mejor que antes. Pero además, confieso, la señorita que me atendía ahora era especial. Muy especial. Amén de bonita en realidad, también era amable y sonriente. Ni modo, pensé, es su chance; de lo contrario, no trabajaría acá. Pero había algo más en ella que no podría describir. Sin embargo, yendo al grano, estaba en esas cuando entró un mensaje a mi celular. ¡Oh, caramba! Era de la empresa de satélites y demás cosas del espacio, StarLink. Me sorprendió, máxime que en ese momento yo ya ni recordaba que como dos años atrás había llenado un formulario de ellos, on line, manifestándoles mi interés por ir como voluntario en el primer viaje que organizaran para ir a Marte, incluso a sabiendas de que podría no haber retorno. Yo siempre había anhelado una aventura así, y pues si se me concedía ahora en el ocaso, fabuloso!

Efectivamente, al leer el mensaje, se me confirmaba que había sido aceptado como parte de la tripulación, esencialmente por lo sabroso que yo cocinaba, una vez habían sometido a pruebas en la tripulación los mazapanes, la bebida de cacao, el pastel de manzana, el caldo tlalpeño y el seviche griego de pescado que yo había presentado como propuestas culinarias para la posición de cocinero a bordo. 

Pero había más. De hecho, aunque yo no esperaba pago alguno, me ofrecían doce mil dólares mensuales durante el periplo, que si era de ida y vuelta, y perfecto, nos tomaría cerca de tres años; pero si había algún fallo y tocaba quedarnos más tiempo, fuera en marte o en vuelo, pues esos doce mil dólares tenían automáticamente un incremento del 50%. Ah caray, dieciocho mil dólares al mes. Era muchísimo dinero. Además, no lo podría gastar, pues: dónde, cómo. Era imposible.

Comía el desayuno casi que atragantándome, no por rápido sino por la enorme sorpresa. No lo podía creer. Más que, además, el mensaje decía también que debía llevar a alguien conmigo. Alguien con quien yo me sintiera totalmente a gusto. Claro, en primer lugar pensé en quien me acompañaba en ese tramo de la vida, pero al instante supe que no lo aceptaría. No era ni por asomo su ilusión o siquiera alternativa, según habíamos conversado previo, así que empecé a pensar en alternativas. Mis hijos, tampoco, pues ellos ya tenían una vida propia, incluso en estantes de librerías, y no iba yo a romperla solo por que sí. 

A pesar que las condiciones laborales para mi acompañante eran las mismas mías, un sueño imposible hecho realidad, no lograba pensar en quién podría acompañarme. Mi angustia creció cuando leí líneas abajo en aquel mensaje: Tiene cinco minutos para contestar e indicar quién será su acompañante, de lo contrario su participación será desestimada. 

Que joden, pensé, pues cinco minutos, estando yo solo acá, en Xela, con el desayuno frente a mí enfriándose, al igual que el café. sin nadie con quien consultar o siquiera conversar al respecto. La tenía difícil eh.

La señorita se acercó, y me preguntó —¿Quiere más café?

Aturdido, pensaba en recibir una señal divina que me solucionara, por lo que apenas contesté: —Sí, gracias —pero al verla, su rostro y su sonrisa cálida me cautivaron, y en un giro brusco de mi mente, solo atiné a preguntarle —Y usted, ¿cómo se llama?

—Luna —respondió

—No, no puede ser —le dije. —¿Y solo Luna? —agregué.

—Luna Juliet —respondió. 

—Luna Juliet, ¿se va conmigo a Marte? —le pregunté. 

—¿A marte...? pero ahí no hay nada. —respondió con ojos inquisidores y a la vez sorprendidos. 

—Por eso mismo, mejor, nosotros seremos todo —le dije.

Y acá vamos. 

Dos meses atrás pasamos por la Estación Universal que se construyó previo para reabastecimiento de las naves en ruta. Hasta ahora, todo perfecto, yo cocino y Luna la hace de mesera. 

Me enorgullece tener como compañera a la primera mesera en el universo que gana quince mil dólares mensuales, y con suerte, pronto, un cincuenta por ciento más. 


  





Comentarios

  1. Una excelente narrativa de un sueño que puede ser realidad, o sea todo lo que imaginamos se convierte en realidad en esta existencia o en la otra, o algún día. Cuánto imaginamos cosas factibles.

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