Sol de la alegría!!!


—¡Basta! No puedo más. Me marcho. —dijo aquel que yo veía disminuido y resquebrajado desde hacía mucho a través del espejo, y que en ese instante no pude ver más porque dio medio vuelta y se dirigió hacia la puerta de salida, vociferando y maldiciendo.

—Ya no somos lo que fuimos. —decía, y agregó —Ahora somos simples despojos, sobre todo yo, que me has puesto a bailar al son de otras marimbas. Y por favor, no insistas. Desde muchos meses atrás sé que ella debía ser lo mío en este ocaso. Adiós, para siempre.   

Cuando abrió la puerta, ahí afuera, en la banqueta, estaba Locura en su bicicleta. Aquel corrió hacoia ella, se montó dejando caer su flaco trasero envuelto en un raído jeans sobre el timón en tanto ella, envuelta en alegría, le daba un beso en la cabeza y sujetaba con fuerza los manubrios, y en un abrir y cerrar de ojos se acomodaron; ella empezó a pedalear y de a poco a avanzar. Se fueron por la calle del Último Adiós zigzagueando sobre las dos ruedas, felices, alegres, en plena carcajada los dos.

Hasta la levísima llovizna que apenas caía se contagió de aquella alegría y sus sonrisas, pues se le vio reflejando los colores de algún arcoíris. 

Según se supo al instante, Cordura, en casa, meditaba dándole una y otra vez vuelta al asunto, intentando explicarse qué había sucedido.




 

Comentarios

  1. Excelente narración de un momento rápido, para continuar con frescura alegría, hacía la conclusión.

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